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Fósiles en la pared

Después de contemplar el magnífico ejemplar de árbol fósil, en la pared están colocados una serie de fósiles vegetales en una secuencia temporal y en hilera, distribuidos de más antiguo a más cercanos en edad. El primero de derecha a izquierda corresponde a una formación de hierro bandeado o laminado, formado por la captura y fijación de partículas carbonatadas de cianobacterias llamadas "Estromalitos", estas finísimas láminas se apilaban unas sobre otras muy lentamente, capa sobre capa y son el resultado de la unión de minúsculos seres unicelulares, unas bacterias que vivían en mares cálidos y aguas poco profundas hace 1.800 millones de años. Estas formaciones constituyen el registro fósil más antiguo de actividad viva sobre la Tierra.

A su lado un Psilophyton, una planta vascular de 400 millones de años, son los ancestros de las coníferas y otras plantas productoras de semillas. Este ejemplar procede de Escocia.

A su izquierda un ejemplar de Calamite de hace 300 millones de años, estas plantas crecieron en la provincia de León cuando esta se encontraba en el trópico muy cerca de Nueva York. En el período carbonífero se desarrollaron numerosas y grandes plantas vasculares que vivían en zonas pantanosas y de las que encontrarás varios ejemplares en esta pared, en el caso de los Calamites estos llegaban a los 20 metros de altura. La acumulación de estas plantas dio lugar a las capas de carbón que durante años se han explotado en las cuencas mineras leonesas.

Le sigue otro ejemplar de helecho también leonés y de la misma época estefaniense del carbonífero con 300 millones de años.

A su lado otro raro ejemplar de helecho del género equisetal el Dicranophillum Dallicum, del mismo periodo carbonífero procedente de Torre del Bierzo en León y también de 300 millones de años.

Algo más joven y a su lado con más o menos 260 millones de años un fósil de Psaronius brasiliensis, planta gigante hoy extinguida y que vivió antes de aparecer los dinosaurios.

El Glossopteris era un helecho arborescente, hoy extinguido, un helecho con semillas. Vivían a 20 o 25 º del polo sur, una latitud en la que no recibían luz solar durante la mitad del año. El Glossopteris crecía elevándose hacia arriba y estrechándose como un árbol de navidad, sus anillos revelan que crecían continuamente en los periodos solares y se detenían bruscamente en la oscuridad como si accionaran un interruptor biológico.

Le siguen dos xilópalos de confera sin determinar la especie, un tronco y un corte, procedentes de Madagascar de hace 220 millones de años. En muy buen estado, en el corte podemos ver los anillos de crecimiento. Los xilópalos también son conocidos en mineralogía como ópalos xilomorfos pertenecientes al grupo del cuarzo.

Siguen a los xilópalos dos ejemplares de piñas de araucaria del Jurásico, procedentes de Argentina con una antigüedad de 160 millones de años. La primera cerrada y la segunda un hermoso ejemplar de piña seccionada y pulida para mostrar su interior. Se distinguen las piñas de los pinos actuales, sus herederos, por tener un único óvulo o semilla.
El nombre de Araucaria que define el género al que también pertenecen los árboles de Hacinas Araucariaceas, viene de la provincia de Arauco en Chile.

Seguimos con una muestra fósil de hoja de Gynkgo y pelocarpinus. En la actualidad podemos encontrar herederos de este género; el Gynkgo Biloba. Considerados fósiles vivientes, el Gynkgo puede vivir más de 3.000 años y se les atribuyen propiedades curativas junto con el magnesio en tratamientos cerebrales, es muy apreciado por los expertos en bonsái. El pelocarpinus tiene sus herederos en los carpes actuales.

Encontramos un bonito ejemplar de hoja de Platanus wyomigensis con sus cinco puntas características. Del platanus podemos reconocer en la actualidad más de 100 variedades, a parte de los plátanos que conocemos, los más representativos son los Sicomoros y los acerifolius.

Una hoja de populus wilmattae, álamo o chopo actuales de 40 millones de años .

Y acercándonos a nuestros días con una antigüedad de 24 millones de años, procedentes de Chiapas en Méjico, dos ejemplares de ámbar, muy interesentes por contener en su interior numerosos y diminutos insectos como hormigas, avispas. atrapados por la resina producida por el árbol.

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